No le pongas nombre de mujer

Por Gerardo Corral Luna.


Había prometido al final del escrito titulado “Anastacio y Bernardina” que contaría una historia que alguna vez escuche y no recuerdo de parte de quién, pero que trata de cuando José Corral y Quirino Luna, que aún no eran consuegros porque mi madre Carmelita Luna todavía ni nacía. La historía que se cuenta es que se encontraron en casa del juez del Registro Civil en Villa Ocampo, Durango. Era seis de septiembre de 1929 y ambos iban a hacer el registro de nacimiento de sus hijos. Por su parte Quirino llevaba la encomienda de participar el nacimiento de Catalino que tenía apenas una semana de haber asomado a este mundo y de Isabel que ya estaba un poco más crecidito. Por su parte José iba a registrar a su pequeño que llevaría su mismo nombre y tenia 10 días de nacido.


¿Qué andas haciendo? —le preguntó Quirino a José. —pues aquí vengo a registrar a un chamaco recién que nos nació hace unos días. ¿Y tú? —Ah pues yo traigo el encargo de registrar a dos, uno de días de nacido y otro ya rezagadito.


¿Qué nombres les vas a poner? —preguntó José deseoso de contar que al suyo le pondría José, igual que su propio nombre. —Pues acordamos ponerles por nombres —contestó Quirino— a uno Isabel y al otro Catalino. José se quitó el sombrero y se rascó la cabeza pensativo y con tiento le dijo a Quirino —Oye no la friegues, no le pongas nombre de mujer al muchacho. —Pues tendrás razón —replicó Quirino— yo no estoy muy conforme con el nombrecito, a la mejor se lo cambio y que sea lo que Dios quiera.
Tocaron la puerta en casa del juez y es abrió y les dio el pase la esposa del juez. José saludó y abrazó al juez con mucha familiaridad y luego le dijo. —Te presento a mi amigo Quirino Luna. —Mucho gusto —le dijo el juez— Apolonio Moreno para servirle. —Que los trae por acá —les preguntó. —Venimos a registrar a unos chamacos.


Después de felicitarlos Apolonio a ambos orgullosos padres, procedieron a levantar las actas y cuando tocó el turno a Quirino dijo pues al recién nacido le iba a poner Catalino, pero mejor no, mejor se va a llamar Manuel y el otro se llamará Isabel.


Fue así como a quién siempre llamamos Catalino, su verdadero nombre para todo lo legal era Manuel. Esta historia que se cuenta yo no la doy por buena del todo, ya que no he encontrado evidencia de que a José Isabel lo hayan registrado el mismo día que a Catalino (Manuel), pero quizá si tuvo que ver mi abuelo José con que mi abuelo Quirino le cambiara el nombre a Catalino.

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