El Cerrajero.

Por Gerardo Corral L.

Se cuentan varias historias del origen de la familia, unos dicen que los Corral somos de origen español, hay quienes dicen que algo de los franceses tenemos, no faltan incluso los que afirman que somos irlandeses que se cambiaron el apellido. En lo particular yo creo que somos gallegos y que nos llega directamente de lo Corral, a los Luna y demás apellidos emparentados, no les he notado lo gallego, pero sí a algunos de los Corral, entre ellos mi hermana mayor. Ella niega que sea mayor, pero si me lleva 12 meses de ventaja en la edad.

Yolanda se llama mi hermana y de ella les voy a contar una historia muy gallega. Podemos titular a esa anécdota “El cerrajero”, pero antes de empezar la historia les demostraré que si es gallega con otro pequeño cuento que reza así:

En una ocasión Yolanda se disponía a tomar un camión urbano con su bebé Ivón en brazos, esperó un rato y por fin apareció el camión, que para variar un poco venía lleno. Abordaron el camión y no hubo algún caballero que le cediera el asiento, entonces una caritativa mujer que viajaba sentada se ofreció a ayudarle con la niña y así sucedió, Yolanda le pasó a la niña y ya no tuvo preocupación de caer con la bebé en brazos. Luego llegaron a la parada del camión donde mi hermana tenía que bajar ¿y saben qué hizo mi hermana? Pues que se bajó tan tranquila y ya.

El camión empezó a rodar en retirada, cuando la señora que cuidaba la niña abrió la ventanilla apresurada y le gritó –¡¡¡“señora!!!” Y todavía Yolanda le preguntó –¿qué se le ofrece? Fue entonces que la buena mujer le mostró a la niña por la ventana y entonces Yolanda pegó tremendo grito –¡¡¡mi hija!!! Y corrió apresurada a cortarle el paso al camión para que se detuviera.

A la gallega se le olvido que traía niña.

Bueno, pero ahora si vamos a la historia que nos ocupa. Llegó mi hermana al trabajo y trabajó y trabajó, porque hasta en eso es gallega, trabaja de más. Cuando por fin terminó su turno, contenta se dirigió a su automóvil, en tanto buscaba las llaves en su bolso y para no hacer tan largo el cuento, había dejado las llaves adentro y el auto cerrado. No le quedó más remedio que llamar a un cerrajero para que abriera el automóvil. Después de un buen rato llegó el cerrajero y tuvo una buena pelea con el carro, no le fue nada fácil abrirlo, pero por fin lo logró. Con la puerta abierta, satisfecho, le dijo –señorita está usted servida. Aún con la puerta abierta, Yolanda le pagó lo convenido y justo entonces decidió ir al baño antes de irse, le dijo gracias al cerrajero, le puso el botón y cerró la puerta, al tiempo que el cerrajero gritaba –señora, las llaves están adentro!!!!

La historia termina en que el cerrajero hubo de abrir nuevamente.

Si será gallega mi hermana Te debo una, o puede que dos Yolanda, puedes desquitarte publicando algo aquí.

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