Las armas las carga el diablo

Por: Ever Chavarría Luna

Esta me la platicó mi abuelo Chavel

En una ocasión siendo un niño mi abuelo Isabel Luna Vargas, sacó a escondidas la pistola de su padre Don Quirino y curioso jugaba con el arma. Le había quitado el cargador y entre el juego, le apuntó a su hermana Vicenta que lo “cocoreba” diciendo –¡a que no me disparas! –Él sabiendo que le había quitado el cargador, estuvo a punto de jalar del gatillo, pero recordó las palabras que en varias ocasiones había escuchado de su padre, –las armas las carga el diablo, nunca hay que confiarse de ellas–, y entonces dirigió la mira de la pistola hacia un guajolote que se encontraba por ahí cerca de mi tía Vicenta, jalo del gatillo, se escuchó el estruendo y el guajolote cayó muerto.

Mi abuelo Chavel se llevó el susto de su vida, porque como había quitado el cargador, no recordó que posiblemente ya había un cartucho montado y listo para ser disparado. La reacción inmediata de mi abuelo fue soltarse llorando, porque se daba cuenta que estuvo a punto de matar a su hermana. En eso mi bisabuelo que había escuchado el disparo, llegó apresurado y vio aquella escena, el guajolote muerto y el arma en mano de mi abuelo que lloraba como una Magdalena, entonces montó en cólera y lo regañó –¡Muchacho chillón!, es sólo un guajolote ¿por qué chillas así? Me decía mi abuelo, ahora divertido, –¿vas a creer? Mi papá me regañó por chillón y no porque tomé el arma.

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