La historia jamas contada

Lo triste de este título, que no es tan original, es que hay historias que nacieron muertas, porque jamás nadie las contó y porque ya no hay quién las cuente de manera puntual y objetiva. Me propongo hoy, abrir una lápida de la historia y tratar de rescatar algún fragmento de vida de un personaje de la familia de los Corral. No cuento para ello con más material que el que me proporciona el último documento del registro civil cuando ya uno se despide de la vida.

El personaje del que les quiero contar, se llamó Arnoldo Corral Herrera, quien de los hermanos y hermanas de mi abuelo José, era el más pequeño de edad. Arnoldo era soltero y murió a los 22 años en la ciudad de Chihuahua.

El señor Fernando Ortiz, quien tenía su domicilio en el número 109 de la calle Aldama, era quizá amigo o compañero de Arnoldo, porque fue él, quien hizo el registro de su muerte ante el juez interino del registro civil, de nombre Amador Domínguez, para lo que presentó un certificado expedido por el médico F. Irigoyen, en el que especifica que Arnoldo murió a la una de la madrugada del domingo 10 de agosto de 1930, en la casa marcada con el número 1220 de la calle Ojinaga a causa de meningoencefalitis, se agrega en el acta que Arnoldo Corral se desempeñaba como profesor, sin indicar de qué institución educativa.

Ahora a casi 91 años de su muerte, nos hacemos muchas preguntas de cómo fue a dar a la ciudad de Chihuahua y qué procedimientos de estudios siguió para desempeñarse como profesor. Se me había ocurrido que quizá Arnoldo se desempeñaba como maestro rural en su comunidad y que acudía a capacitarse en períodos vacacionales a la ciudad de Chihuahua, como lo hacían muchos maestros habilitados como tales, con el fin de profesionalizarse, pero el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio, que se encargaba de esta tarea, se creó 14 años después de la muerte de Arnoldo, así que descartamos esa posibilidad y mantenemos la duda.

Otra reflexión que hacemos es que si la nomenclatura de las calles en la ciudad, era igual antes que ahora y la casa en la que se registró el deceso de Arnoldo era su domicilio particular, entonces, José, su hermano mayor, se vino a vivir a la ciudad de Chihuahua cuarenta años después, sin saberlo, a un domicilio que quedaba a escasas tres cuadras del que fue el domicilio de su hermano menor.

Por último reflexionamos que la historia familiar, hay que mantenerla viva en la medida de lo posible, por lo que les seguimos exhortando a que participen encendiendo pequeñas hogueras que den luz y vida a nuestros mayores aún vivos o ya fallecidos contando sus historias. Por insignificantes que parezcan estas historias o anécdotas, sin duda serán de gran importancia. Si no es con una participación formal enviándola a nuestra redacción, al menos por medio de sus comentarios en esta su página familiar www.notasdefamilia.com o al email gcorral_luna@notasdefamilia.com

7 comentarios en “La historia jamas contada”

  1. Miriam Corral

    Si mi Paoa me había mencionado levemente de ese tío que estaba en Chihuahua y que murio, discupa Lalo la fotos de quien son ?

  2. Miriam Corral

    La primer foto es el tío Alfredo , luego Tía Lilia y Angelina? Y la del Señor de cuerpo entero con la silla quien es?

  3. Comenta la tía Hilda, que su tía Romelia le comentó que el tío Arnoldo tenía un tumor en la cabeza y veía un médico aquí en Chihuahua, que por eso fue que murió aquí.
    Yo digo que nos queda el misterio de por qué se asentó en el acta de defunción que su ocupación era de profesor.

  4. Yolanda Corral comenta que ella recuerda que había un cuaderno de pastas rojas, que pertenecía a Arnoldo según había dicho la tía Romelia. En ese cuaderno había registros como de la administración de un rancho o de compra venta de ganado, y que la escritura era particularmente bonita y bien hecha. También dice Yolanda que recuerda haber leído en ese cuaderno la mención de Tepozán, que es una comunidad de allá donde semos los Corral.

  5. También comenta Yolanda que de las pertenencias de Arnoldo, además del cuaderno de pastas rojas, había un diccionario de inglés español, por lo que concluímos que el señor si se inclinaba por el conocimiento o el estudio, al menos del idioma.

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