Las estrellas en tus ojos.

Por: Virna Rodríguez Luna

Ser madre, es un don, un regalo de Dios, esto lo supe con mi propia experiencia de ser mamá, cada sensación, cada pensamiento, se vestía de colores, de música. Es un sentimiento de esplendor, de colores, de vida que renace. Eso es ser madre: volver a nacer. En ese proceso de procrear, redescubrí también a mi mamá, yo sabía que me amaba, pero no sabía realmente cómo ama una madre. Hoy lo sé, es un amor infinito, único, completo, tota.

Ante esa sensación nueva o renovada de sentir el amor de mi madre, di marcha atrás al tiempo, volví a mis orígenes, a mi niñez, vi nuevamente sus ojos llenos de estrellas con que me regalaba, esos ojos donde encontraba mi seguridad, en los que conocí el amor.

Los ojos de mi madre me daban todo el conocimiento del mundo, eran mi guía, en ellos yo veía si deberíamos estar contentas, tristes o enojadas. Esos ojos me enseñaban también como debería comportarme, una mirada quería decir “guarda silencio”, otra me decía, “no tomes eso que no es tuyo”. Había miradas para todo y yo las entendía bien, aunque a veces me rebelaba, su mirada me decía cuando estábamos de visita, “ya no comas más galletas, eso, no se ve bien”, pero yo que no podía aguantar el impulso y tomaba otra galleta, entonces llegaba el pellizco por debajo de la mesa, pero yo que ya estaba en franca rebeldía la descubría “por qué me pellizcas” y entonces llegaba la siguiente mirada, la más fuerte la definitiva, esa que decía “espera a que lleguemos a casa y verás lo que es bueno”.

Así tan callada, tan amorosa e infinitamente tierna, aprendí que se puede decir “te quiero”, pero hacerlo sentir con tu mirada, con tus abrazos, tus besos…, es mucho más intenso. El raspón en la rodilla, ese por el que se me iban a salir las tripas, se curaba de inmediato con tu tratamiento de amor. eras mi curandera mágica. también aprendí algo de tu magia para sobrevivir en la escasez: esos riquísimos frijoles, que hoy se llamaban carne de surco, más tarde albóndigas en caldillo y por supuesto que guisados con manteca de rana, o esas tortillas con sal que enrolladas se llamaban flautas de pollo; que lo poco alcance para toda la semana. Aprendí de ti que lo imposible se hace realidad.

Gracias por enseñarme las estrellas en tus ojos y los secretos de ser madre.

Agradezco a Dios por compartirte conmigo, por hacerme parte de ese aprendizaje a tu lado.

Te llevo siempre en mi corazón y si pudiera regresar el tiempo, lo dejaría exactamente igual, no cambiaría nada porque mi pasado define mi presente y amo lo que soy: tu hija. ¡Te quiero Guadalupe Luna Vargas!

1 comentario en “Las estrellas en tus ojos.”

  1. Carmen Yolanda Corral Luna

    Si, hermosos recuerdos…hasta dos hijas de mi tía Lilia comieron de sus frijolitos con manteca de rana

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